Paralelo II - Cuando el amor era esperar al miércoles.

Mis padres vivieron un noviazgo a distancia. Él, en Asturias; ella, en Cataluña. No había WhatsApp, ni videollamadas, ni “última hora en línea”. Solo cartas —que tardaban días— y llamadas semanales desde una cabina que devoraba monedas sin piedad. No sé qué palabras se dirían cuando sonaba ese “pí” que anunciaba el final (nunca me lo han contado), pero me encanta imaginarles regalándose frases bonitas, coronadas de verdad. Y soñando con que llegara el miércoles —el día que libraba mi madre— para poder hablar sin prisas. La primera vez que mi padre cogió un avión fue para verla. Llevan 43 años casados. A veces parecen "Pepa y Avelino", sí, pero aún se les ve el amor en los ojos. Han sido —y siguen siendo— grandes compañeros de vida. Antes, la espera era parte del amor: había silencio real, ausencia real y un deseo sostenido durante días sin contacto. Creo que, cuando había que aguardar días por una carta o preparar una llamada con monedas contadas, uno no se entregaba a la l...