Vol. 5: Viento de cara - Supersubmarina
¿Sabes ese momento en el que estás ya avanzando y la mayoría del tiempo te sientes bien con la piel que habitas, pero -como quien no quiere la cosa- de pronto llegan recuerdos que te arrastran hacia atrás?. No sé si retroceder es la palabra exacta, pero se siente como tal.
Pues esta canción se ajusta perfectamente a lo que me pasa mientras escribo estas líneas. Quizá estoy demasiado cansada y mi mente está buscando ese archivo en mi cerebro que - en momentos así -era medicinal. Como una llamada por la noche para contarnos como había ido el día y nuestras miserias. Porque si algo teníamos - aunque luego se demostró que era conversación y no comunicación - era buena conversación (a Dios lo que es de Dios, y al César lo que es del César).
Podría ser una hipócrita y decir que esta ruptura la estoy llevando de puta madre.
Pero la realidad es que hay momentos en que tengo unos bajones que me llevan hasta la fosa de las Marianas (no submarinas, super-submarinas).
Porque -no sé si a ti te ha pasado-, pero ahora que han pasado casi cuatro meses, he desconocido a la persona que estuvo a mi lado durante una buena temporada. Es más: si por un casual, lo volviera mirar, creo que el silencio absoluto sería mi compañero. No por falta de cosas que decir, sino porque ya no tendría sentido decirlas.
"Que cada vez que te vuelva a mirar
Me resulte más fácil morir,
Que obligarme a decir la verdad"
Es que es todo tan extraño...
No echo en falta su cuerpo, ni siquiera su esencia ausente. Lo que me escuece es el puñetero espacio que dejó.
Pero que a la vez, si volviera - ni por asomo- tendría espacio en mi vida, porque para mí es alguien que solía conocer. Pero ya no.
Contradictorio también, porque -a pesar de no volver a tenerlo delante por decisión propia- es como esa ropa que ya no te pones, que te encantaba, pero que en lugar de echarla al contenedor, la metes en cajas y la subes al desván - y ahora mismo me viene a la cabeza un viejo pijama rojo de verano que tenía mi madre de jovencita, que no me pongo porque está tan echo polvo que no tiene ni goma, pero no se me pasa por la cabeza deshacerme de él. Y, sin embargo, sé que no voy a volver a bajarlo.
El viento de cara es incómodo, sobre todo si sopla del norte y viene acompañado de llovizna. Aún así, - como dice mi faro en la niebla (mi hermana) - hay algo romántico en él. Porque, aún cuando te enfría la piel y te despeina, nos recuerda que seguimos vivos y en movimiento. Como ella dice: "hay que buscar la oportunidad en la adversidad".
Ahora, si el viento viene de cara en un día de sol, se siente delicioso. Y por suerte, últimamente hay muchos más días así que de los otros, aunque venga alguna racha más fuerte que te enrede los adentros.
Hoy me apetece cerrar esta entrada con una palabra suya, que adopté como propia cuando algo no le hacía sentir bien, como un día largo de trabajo: "Alukutú"
Porque sí: a veces basta con una palabra que te recuerde que sigues ahí, que avanzas, y que el viento -incluso cuando sopla de cara- también puede ser el aire que te empuje hacia a ti:
Si es la primera vez que lees este diario y no entiendes del todo de que va este percal de viento y cicatrices, quizá te ayude empezar por el principio:
Y si esta entrada te ha tocado, no estás solx.
Este blog también es un cuaderno de reconstrucción.
Una especie de faro para cuando todo se nos va de las manos.
Aquí escribo para acordarme de quién era, y de quién soy ahora.
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