Vol. 8 - ¿Volverá? - Coque Malla
Si es la primera vez que llegas a El diario de Pumuki, esta historia forma parte de un relato mayor: el duelo íntimo de alguien reconstruyendo su dignidad tras un abandono abrupto.
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El 20 de marzo de 2025 a las 16:00 todavía era la mujer de su vida; a las 21:00h, a penas un número al que la otra escribía desde el teléfono de él. Aún resonaban en mis oídos sus palabras de amor mientras leía el mensaje que ella había escrito: una despedida ajena, una huida improvisada pero milimétricamente ejecutada.
Así viví lo que muchos llaman abandono emocional repentino, ese momento en el que el amor se convierte en vacío en apenas unas horas y sin previo aviso, enfangado todo al haber ejecutado el acto una persona ajena (o quizá no tanto) a nuestra relación. Durante las siguientes semanas, pensaba ¿Volverá?.
Parece mentira que después de esa amputación emocional tan heavy, de esa "aceptación forzada" por respeto a su decisión y la meta clara de pasar página y reconstruirme, aún surgiera esa pregunta. Pero es la pura realidad.
Durante las primeras semanas esperé que en algún momento recapacitara (sin contacto). Vi que no llegaba ese mensaje ni esa llamada y dejé de esperar que ocurriera, pero en mis adentros me seguía preguntando ¿volverá?.
Y sí, han tenido que pasar casi dos estaciones desde aquel 20 de marzo: una primavera entera y casi un mes de verano para que volviera.
118 días de silencio.
El tiempo suficiente para haber matado la esperanza de que volvieran las historias con final feliz, o que volviera convertido en algo mejor... y menos mal. Porque ese regreso no fue más que un mail transaccional e irrelevante, como una factura olvidada entre papeles viejos, polvorientos e intrascendentes.
Y volverá la mujer que nunca olvidarás?
¿Volverás a besarla en aquel lugar?
¿Volveréis convertidos en algo mejor
Sin miedo en la mirada, sin mentiras ni rencor?
¿Volverás a contarme todo sin pudor?
¿Volverás a mirarme si te miro yo?
¿Volveremos a escucharnos sin interrupción?
Sin miedo a la verdad, sin miedo a la verdad, jamás.
Spoiler: No, no volverá.
Al ver su nombre en el remitente del correo que entró en mi mail corporativo, se me puso el corazón de pollito, tuve ganas de llorar (aunque no lloré) y empecé a temblar, sin ni siquiera haberlo abierto.
Tengo la suerte de estar siendo acompañada en este proceso por mi psicóloga, pero a pesar de ello, del tiempo de terapia y del tiempo transcurrido desde la ruptura, ese mail sirvió de gatillo emocional. Ni siquiera había abierto el correo y ya temblaba: mi amígdala detectó la amenaza, el sistema límbico- con el hipocampo recordando ese contexto doloroso- organizó la respuesta emocional y el hipotálamo la fisiología del estrés. Todo funciona como un reloj suizo. ITV emocional favorable.
No hacía ni falta abrirlo: sabía que no decía nada. Ni perdón, ni explicación. Solo un trámite con un adjunto anodino, con un encabezamiento efusivo eso sí (como si nunca hubiese pasado nada) y un gracias al final. Un email que deja entrever más tanteo que urgencia.
Ahí sigue. En la bandeja de entrada. Sin respuesta. De momento. Porque esta vez quien decide cuándo, cómo y si responde... soy yo.
Esas preguntas que me hice durante días, semanas y algún que otro mes no eran solo mías. Estaban todas en esta canción:
Nota de la autora.- Este post continúa la historia que empezó en el Vol.3: Miau - Love of Lesbian, donde conté cómo el sarcasmo y la resignación fueron mi primer refugio.
Si te ha tocado esta historia, descubre más relatos con ritmo y emociones compartidas en mi Cuaderno de canciones, el índice de todo lo que late en El diario de Pumuki.
Como la cosa evoluciona (Spoiler: bastante), te sugiero que leas el post más explícito e irónico de este blog: porque sí, todavía queda mucha tela que cortar.
👉 Vol 9. Quien más, quien menos - Joaquín Sabina.
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