Vol.2: Golfa - Extremoduro

 Dicen que "Golfa" habla de la musa.

A mí me habló al oído justo cuando más lo necesitaba.

Y lo que me dijo fue: "Tronca, ponte en pie, que aún te queda mucha calle"





Golfa.-

"Tan, tan. Llaman a la puerta otra vez..."

Imagino que, como yo, tanto si tienes un punto rockerillo como si no, habrás escuchado mil veces la canción "Golfa" de Extremoduro. Es de esas canciones que se te queda pegada por la energía, por la rabia melódica, por esa mezcla de poesía callejera y libertad sin filtro que Robe lleva tatuada en la voz.

Dicen los más ilustrados que "Golfa" es, en realidad, una metáfora de la inspiración. Que Robe le canta a esa fuerza esquiva y caprichosa que aparece cuando le da la gana, se va sin despedirse y no se deja atrapar ni manipular. Y si te fijas bien en la letra, tiene todo el sentido. 

Pero también es verdad que muchos -entre los que me incluyo- siempre hemos imaginado a una mujer libre detrás de esos versos. Una mujer salvaje y visceral. De esas que hacen lo que les sale del "papo", que entran y salen de tu vida como un amanecer o una tormenta. Que te arrasan, te iluminan y te dejan mirando al techo con esa mezcla de caos y belleza que no se olvida.

Quizá la canción hable de las dos cosas. De esa criatura indomable, que no se programa, que no se puede domesticar y no se fuerza. Que aparece cuando quiere, y muchas veces justo cuando más rota estás. Es como si se alimentara de las grietas, del hambre de expresarse, y brotara en forma de palabras, música, dibujo o movimiento. La inspiración, Sí. La musa, tal vez.

Pero también puede hablar de ella, de todas esas veces en las que una presencia femenina fue un vendaval; una forma de vida; una bofetada de realidad, aunque eso, quizá, sería más propio de Sabina.

Quién sabe. Lo bonito es que Golfa sigue entrando por la puerta como en el dibujo: con botas, con sombra larga y con la certeza de que, venga de donde venga, algo va a cambiar cuando se cruce en tu camino.

Y fue precisamente así. Al principio del proceso de reconstrucción, en ese momento en que estás haciendo recuento y valoración de daños tras el huracán emocional que me robó el mes de Abril (y alguno más), sentí la necesidad de refugiarme en esos temas que, aunque no aparecen en ninguna de mis Playlist de Spotify, forman parte de la banda sonora de mi vida.

Así que fui a YouTube a ver el que posiblemente sea el videoclip que más veces he visto en bucle: el de la gira de Extremoduro de 2002, que acumula nada menos que 4.170.794 reproducciones al día de la fecha.

Y ese día, el 16 de mayo de 2025, al escuchar el sonido inicial de esas guitarras, recordé quién era antes de esta relación. Me dije: "Tía, tú antes molabas".

Y como por arte de magia, sentí que la Golfa -esa inspiración que aparece cuando quiere- llamó a mi puerta con un "tan, tan". Y con ella, se desbloquearon la energía, la motivación y las ganas de empezar a reconstruirme, justo en el momento en que más falta me hacían.

Al día siguiente, decidí bloquear mentalmente toda la parte personal desde 2023. y lo primero que hice -Sí, el tópico clásico- fue ducharme y dejar que mis rizos, alisados durante años, volvieran a entrar en escena.

Os parecerá increíble, pero después de la ruptura no aguantaba ni un minuto más la imagen que me devolvía el espejo: ese pelo lacio, producto de horas y horas de planchado semanales. Un ritual que repetía a conciencia, intentando encajar en un molde, convencida de que a él le gustaba mi pelo así, liso.

"Me gusta mi pelo rizo. Me gusta a mí. Y a quien no le mole, que no mire"- Pensé.

Y ciertamente, ya era hora de apostar por la versión original; por lo que traemos de serie. Por hacerlo brillar con un único propósito: que a una misma le guste. Que una se sienta cómoda. Que el reflejo del espejo te devuelva una imagen reconocible y verdadera. En mi caso, que me devolviera, por fin, a mi yo auténtico.

Quizá la inspiración - esa de la que habla el Robe- tenga el pelo rizo y salvaje. Tal vez camine descalza por dentro, con la melena al viento como un amanecer, dejando los silencios llenos de música. Entra sin pedir permiso y, cuando se va, siempre deja un verso abierto.

Quizá la Golfa esa entre con sus Converse hechas polvo, a la hora que le sale de adentro, solo para reventar el orden. Pero joder... cómo brillan las cosas cuando está.

Y no hablo solo de la inspiración. Hablo de mi cuando ella me visita. Cuando esa Golfa - la de Robe- me hace un "tan, tan" en la puerta y me recuerda quién soy. 

No, yo no soy ella, pero cuando se cruza conmigo, me reactiva. Me sacude las telarañas de ese hueco en el corazón que me arrancaron. Me dice: "Tronca, ponte en pie, que aún te queda mucha calle"

Y entonces, algo despierta y me vuelvo a sentir en mi sitio. Se acabó alisarse el pelo y las ideas. Au revoir a callarse lo que arde. Porque esta vez no vengo para encajar, vengo para quedarme en mí. Tal cual soy. Y a quien no le guste, que se peine.

"Y ahí voy voy yo, a romper las telarañas de tu corazón. Verás como se escampa, Golfa...".




*Nota de la autora: 

¿Te has quedado con ganas de más?

Te sugiero: Vol.3: Miau- Love of Lesbian o Vol.4: El Bien- Viva Suecia



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